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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Richard Clayderman: "Mi religión está en mi música"



AUNQUE SU ARTE LO rebautizó como Richard Clayderman, este legendario artista parisino no olvida ni por un instante que sigue siendo Philippe Robert Louis Pagès, el niño que muy pronto en la infancia descubrió en la música y en el piano su religión, como parte de un credo con el que ha navegado por 45 años ya, convertido en un intérprete referencial en el repertorio popular que tuvo en las décadas de los 70 y 80 su manantial más fecundo.


El intérprete de la celebérrima "Ballade pour Adeline” regresa por cuarta ocasión a Puerto Rico para presentarse el domingo 22 de mayo próximo —a las 4 de la tarde— en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, en Santurce, en una producción de Famma Events.


“Esta es mi cuarta presentación en Puerto Rico y me siento sumamente contento con la oportunidad de tocar nuevamente ante el público de esa bella tierra de la que tanto cariño he recibido”, dice el llamado “Príncipe del Romance” a El Nuevo Día, vía telefónica desde su hogar en la capital francesa. “Espero me acompañen para juntos disfrutar de esos éxitos de siempre que no pueden faltar en mis conciertos, aunque siempre trato de incorporar otras melodías más recientes traducidas todas al lenguaje maravilloso del piano”.


Con más de 70 millones de discos vendidos, sobre 2,000 conciertos y galardonado con 267 discos de oro y 70 discos de platino, Richard explica que mantiene intactos los recuerdos del inicio de su carrera como pianista hace ya cuatro décadas y media, momentos en los que jamás imaginó que —casi medio siglo después— miraría atrás y evocaría con profunda felicidad y nostalgia el inicio de su romance con el piano… su primer concierto ante el público, Adeline (su primer gran éxito), su primer disco.


“Esos 45 años se han ido en un suspiro y me siento sumamente afortunado de que la vida me haya dado tanto a través del piano y la música: una carrera, tanto cariño del público, tantas personas con vidas en cuyas bandas sonoras de amor está alguna de las melodías que me escucharon tocar a lo largo de estas cuatro décadas y media… no puedo pedir nada más”, asevera con un audible suspiro.



Con una bitácora pródiga en países, escenarios, conciertos y públicos, Richard asevera que nunca deja de encontrar algo nuevo —resonancias, sentimientos, imágenes— cada vez que interpreta ese repertorio que ha tocado una y otra vez, convencido del perenne poder evocador de la música, de la magia incandescente de piezas como la propia “Ballade pour Adeline” y también de “What a Wonderful World”, el icónico éxito de Louis Armstrong; “Over the Rainbow”, en la voz de Judy Garland; “Yesterday”, de los célebres Beatles; “Bridge Over Trouble Water”, de los legendarios Simon & Garfunkel; “Mandy”, de Barry Manilow; o “Wind Beneath My Wings”, con la divina Bette Midler, por mencionar tan solo un puñado de esas melodías setentosas con las que infinidad de “baby boomers” nos enamoramos, nos desenamoramos y nos volvimos a enamorar.


Richard recuerda que a los 8 años de edad su padre le regaló un piano de segunda mano en el que aprendió los fundamentos del instrumento, que a los 12 fue aceptado en el Conservatorio de Música en París y que a los 16 ganó el Primer Premio en la competencia de piano de esa institución. Sin embargo después decidió dejarlo todo: no deseaba ser pianista clásico.


“Quería ser algo diferente, así que con unos amigos formé un grupo de rock”, rememora. “Era una época difícil y el poco dinero que obtuvimos lo gastamos en comprar equipo… me alimentaba tan mal que tuve que ser operado de una úlcera a los 17 años. Luego mi padre enfermó de gravedad, por lo que terminé trabajando como empleado de un banco durante el día, y en la noche era acompañante de varios grupos musicales”.


Olivier Toussaint y Paul de Senneville

Sin embargo, su vida cambió sustancialmente en 1978, cuando fue escuchado por Olivier Toussaint y Paul de Senneville, quienes, dueños de Delphine, casa disquera a la que siempre ha pertenecido Clayderman desde su inicio. En esos días, estos exitosos productores necesitaban un pianista que interpretara una melodía escrita por Paul para su hija Adeline, actualmente de 45 años y a quien ve con alguna frecuencia, encuentros que siempre emocionan mucho a ambos. El tema llevaba por título simplemente “Ballade pour Adeline”. Buscaban un pianista especial y Richard Clayderman, entonces de 23 años, fue elegido dentro de otros 30 aspirantes.


Con 68 años de edad, el esposo de Typhaine —su cónyuge desde 2010— y padre de Maude —fallecida en el 2012, a los 39 años de edad— y Peter —actualmente de 38— asevera que cada día de su vida se esfuerza por “ser honesto con mi arte y con el público”.


“Esta es una de las claves fundamentales para tener el cariño del público”, señala. “No me refiero a la fama, porque ella va y viene, como las olas o según sople el viento. El cariño sincero es perdurable y puedo dar fe de eso porque, después de 45 años, sigo sintiendo el mismo sentimiento del público hacia mí en cada escenario que visito. Eso no es fama, es amor y la única manera como puedo y sé corresponder a ello es con la música interpretada con ese mismo amor”.



Con la curiosidad y la capacidad de asombro ante la maravilla de la vida intactas, Richard asevera que nunca le cierra las puertas a mejorar, como ser humano y como artista. “Después de 45 años de carrera deseo seguir siendo un buen hombre, un artista sencillo, accesible y agradable con todas las personas”, reflexiona. “Tengo ya 68 años y por nada del mundo quiero ser un viejo con mal carácter con el pretexto de la edad”.


Hacia el final de la charla Richard titubea un poco al responder sobre su relación con Dios, quizá pensando que podría herir sensibilidades. “Para mí, hablar de eso es difícil”, dice con cierta cautela. “Lo que puedo decir es que mi relEl Nuevo Díaigión está en mi música. Respeto profundamente las creencias de todas las personas del mundo. En mi caso, mi credo está en mi piano y en mi música. Si algo le puedo pedir a la vida es que me deje seguir tocando un tiempo más y estar bien con todos los que me rodean”.


Los boletos para el concierto de este artista, el domingo 22 de este mes en el CBA Luis A. Ferré, están a la venta en la taquilla de esta sala, en el teléfono (787) 620-4444, y en Ticketera.com.

 

(Esta entrevista fue publicada originalmente en las ediciones impresa y digital del diario El Nuevo Día del 10 de mayo de 2022)


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