AL IGUAL QUE A TODOS, a Ednita Nazario la pandemia, el encierro y la distancia de los afectos le ha pasado factura: desde hace siete meses -desde febrero pasado- ha tenido que ser más Edna María Nazario Figueroa -la que a ratos llora, la que a ratos sufre, la que a raros añora- en lugar de la cantante camaleónica que -cantándole al amor y al desamor, al fuego y a la pasión- convierte los escenarios lo mismo en volcanes en erupción que en mares apacibles.
Conversamos nuevamente no hace mucho, como si hacerlo una vez al año por estas fechas se tratase de una feliz coincidencia, en esta ocasión a distancia, por Zoom, con las dificultades ocasionales e inesperadas tan propias de la tecnología, pero con el mismo afecto de los últimos 30 años.
Su sonrisa es ahora un poco menos alegre, con un acento de melancolía que va y viene mientras se expresa, cruzando frecuentemente la mano izquierda frente al rostro para acomodarse un mechón de su cabellera que apenas se ha movido de sitio.
“Si te digo que esta pandemia no nos ha cambiado a todos, mentiría”, asevera. “Esto nos llegó por sorpresa, como un reto desde todos los puntos de vista y con todo lo que eso conlleva. Ha sido transformador, intenso, complicado, difícil, revelador… en fin, una experiencia de vida que, aunque ha sido colectiva, en lo personal ha sido trascendental para mí en muchos aspectos”.
Pese a lo aciago de los pasados siete meses, Ednita asevera que la experiencia no ha sido del todo negativa, que ha descubierto “bendiciones en el encierro, pero sí, ha sido muy difícil”.
“Yo soy un ser sociable, físico… me encantan los abrazos, me encanta la gente, me encanta hacer espectáculos en vivo, tener al público de frente, tener ese intercambio de energía”, asevera. “Este paréntesis de soledad física, de estar encerrada, sola, sin mi familia, sin mis amigos, solamente con mi perrito, afortunadamente…
Hace un año no estaba sola, estrenaba un nuevo amor que parecía tenerla feliz… está sola, dice, y no le pregunto lo obvio, lo que solo pertenece a ella, lo que seguramente sufrió cuando se acabó lo que había por las causas que fuese y que solo le competen a ella…
“Nunca había estado sola -reitera-, siempre había estado con gente, y cuando no, no es porque no puedo, sino porque no quiero, porque abro la puerta y me encuentro con alguien. Estar así por meses, desde febrero, ha sido complicado por demás. Dentro de lo que ha sido la pandemia, lo difícil y la tragedia que implica para todo el mundo, debo decir que sí, que he encontrado momentos de paz, de centro, que me han ayudado mucho a deshacerme de equipaje que no necesito”.
Solo ella sabe qué o quiénes son parte de ese equipaje que ha dejado de ser una porción de su vida, ausencias que esta pandemia hace más presentes y de las que no hay forma de pasar la página…
Al hablar del concierto de este sábado, a partir de las 8 p.m. en el Teatro del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico a través de la plataforma Spyntyx -un proyecto puertorriqueño de “pago por ver” en spyntyx.com y por el que en esta ocasión solo habrá un cargo de $5.00- Ednita mira no sin cierta incertidumbre lo que traerá consigo esta nueva apuesta a su música, a su arte, en esta nueva realidad que nos obliga a la distancia, a lo digital, a lo cibernético, sin la energía del público presente.
“Yo agradezco muchísimo esta oportunidad y me siento muy honrada que esta plataforma me haya escogido como punta de lanza para lo que es una nueva realidad que requiere que todos nos reinventemos y que reinventemos esa dinámica que se tiene que dar en un concierto”, apunta, mientas nuevamente se pasa la mano rápidamente por su cabellera. “La verdad es que está por verse cómo resulta todo esto. Yo he hecho mis estudios y he hablado con varios compañeros que han hecho conciertos así, virtuales. Me dicen que la sensación es bien diferente... sobre todo ahora que voy de nuevo al Teatro de la Universidad de Puerto Rico, que -como bien sabes- en la última oportunidad que tuve de estar ahí, el año pasado, fue todo lo contrario: una sala llena de gente, de energía y de pasión. Saber ahora que voy a estar ahí de nuevo, pero sola, solamente con mis músicos… sé que va a ser distinto. Solo espero que sea placentera para mí y mi público…
En la misma línea de pensamiento, Ednita añade que ella y su equipo de trabajo han conversado mucho al respecto y están todos de acuerdo en que es maravilloso que este concierto sea precisamente en ese espacio “tan hermoso, tan íntimo y tan significativo para mí”.
“Pero no sé en realidad cómo me voy a sentir cantando sin público y sin recibir su energía”, enfatiza. “Sé que voy a tener que visualizar que lo que estaré haciendo está siendo recibido por personas que no están físicamente ahí, pero que están al otro lado de la pantalla. Aunque nosotros como artistas, como músicos, estamos acostumbrados a que en los estudios de grabación no haya público, eso no es lo mismo que hacer un espectáculo. Está por verse lo que pasará y haremos nuestro mejor esfuerzo por darle al público lo que espera, con todas las ganas del mundo de que lo vivan desde sus casas”.
“La más loca, la más bella”, canción que fue estrenada a través de diversas plataformas digitales hace unos días, es el primer tema de un trabajo discográfico que Ednita estrenará por completo próximamente y, también -de alguna manera- el camino para que la cantante ponceña se acerque nuevamente a su público.
Esa canción fue grabada por Ednita y su equipo hace ya algún tiempo, luego de que ella la escuchara en su versión original -desde el punto de vista de un hombre- y le pidiese a su compositor, Manolo Ramos, que la reescribiera junto a ella desde la perspectiva femenina.
“Cuando hablamos con el director Pablo Croce, con quien ya he trabajado antes, me dijo que quería hiciéramos una propuesta visual de lo que se está viviendo actualmente, como esto traspasa la pasión, la relación amorosa, la física, la sensualidad, en esta realidad de la separación y de las barreras físicas que se tienen que plantear”, explica con entusiasmo. “Me pareció muy interesante porque, si hay una canción que requiere ese contacto físico, es ésta… llevar al video esa propuesta con los acrílicos entre la pareja implicó ver cómo esa pasión se transmitía a través de esas barreras y desde el aislamiento planteado por la caja de luz, en fin. Nos reímos mucho durante la filmación… se grabó durante la pandemia y todos observamos los protocolos de seguridad y distanciamiento físico”.
Ednita señala que el proceso de grabación les demostró -a ella y a todos los involucrados- que se puede, que los artistas son “como camaleones”, que “somos maleables”, que “nos reinventamos y reaprendemos”.
“Todos los que estamos en esta industria sabemos la importancia que tiene estar dispuesto a los cambios, a la metamorfosis”, afirma. “No es fácil, pero se puede. Hay que estar confiados en que vamos a pasar esta etapa y vivir y crecer… y que al final encontremos mejores respuestas para vivir mejor, para ser más humanos, para darnos cuenta de nuestra fragilidad, de que la vida nos da sorpresas y de que el planeta es mucho más chiquito de lo que pensábamos”.
-¿Qué te ha salvado durante esta pandemia de no volverte más loca de lo que es tolerable y funcional?
“Aceptar la locura como parte de mi naturaleza… no resistirme a ella… y me refiero a la locura desde una perspectiva amplia”, reflexiona. “Me refiero a los momentos difíciles de histeria y de llorar, de sentirme perdida. Aprender a dejar que esa válvula de escape se mantenga abierta. Estar sola ha sido muy duro…
Y reitera esa soledad, quizá abriendo una puerta, tal vez cerrándola…
“Hay que aceptar que todos tenemos algo de locos y algo de bellos y que esa locura es lo que nos mantiene cuerdos”, añade. “Esa locura es la vía de escape por la que podemos liberar esos impulsos, esos anhelos, sin freno… desahogarse es muy importante en estas épocas. Creo que estar un poco locos es necesario para mantener la sanidad, más en estas circunstancias. Hay que estar loco para no volverse loco… pero sí, Mario, ha sido muy difícil… no te voy a mentir. Lo importante es saber que nunca estamos solos, que siempre hay alguien dispuesto a escucharte”.
Se vuelve a acomodar el cabello y con la misma sonrisa melancólica de toda la charla, se despide.
“A mi público, gracias… gracias por permitirme una vez más llegar a sus corazones a través de la música, a través de los conciertos, a través de las redes pero, sobre todo, a través de este amor que no se acabará nunca… con un corazón lleno de agradecimiento por todo el camino que hemos andado juntos y que seguiremos andando hasta que Dios nos llame”.
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