SI USTED PRESTA suficiente atención -si afina el oído, si enfoca la mirada- es posible que se dé cuenta de que la Casa de los Contrafuertes respira, de que sus muros son como piel, de que en sus salas hay murmullos que a veces se escuchan como el zumbido de las abejas. La Casa de los Contrafuertes vive.
La noche de este jueves –desde las 7– plantea una excelente oportunidad de descubrir este atributo –orquestado en comunión por los artistas y gestores culturales Charles Juahsz-Alvarado y Ana Rosa Rivera–, en la apertura de “Haití aquí, Honneur : Respect”, exposición que incluye fotografías de José Jiménez y siete otros fotógrafos, así como pinturas, trabajos de arquitectura, diseño urbano, vídeo y objetos cotidianos.
Este despliegue es parte la alianza entre esta sede –enclavada en la Plaza San José, del Viejo San Juan– y la Fundación Casa Cortés, donde desde la semana pasada se presenta la exhibición “Haití aquí, a cuatro tiempos”, con pinturas de la Colección Chocolate Cortés, fotografías de Luis Alcalá del Olmo, una instalación de Humberto Figueroa y un vídeo de Leah Gordon.
Según explica Charles Juhasz-Alvarado, esta muestra “es parte de la misión de la Casa de los Contrafuertes, donde nos enfocamos en el Caribe y sus diásporas”.
–Cuando pensamos en cuál debería ser nuestro primer proyecto, nos planteamos quizás uno de los más difíciles: una exposición sobre nuestra relación con Haití, pensando que en cierto sentido esa relación es un misterio –dice–. Tenemos una relación muy estrecha con Estados Unidos e incluso con Europa, de hecho, muchos puertorriqueños van a despedir el año a Londres, pero nuestra relación con el Caribe es extraña y no muy clara. Se nos ocurrió de una manera muy espontánea, pensando que, por ejemplo, tenemos grandes amigos haitianos, como Maud Duquella, quien no solo ha sido nuestra amiga, sino que también nos ha regalado obras haitianas. Así comenzó todo.
Charles destaca que, por la naturaleza de la filosofía que inspira el proyecto de la Casa de los Contrafuertes, el tema de Haití es muy pertinente no solo por lo que Ana Rosa y él han aprendido en el proceso, sino también por sus frutos en el futuro.
–Si nosotros vamos a elaborar un proyecto a largo plazo, esto nos permite trabajar más con el enfoque en Haití durante más tiempo, no solo porque comenzó primero, sino porque lo vamos a seguir explorando –acota–. Esta exposición no es solo fotografía… el proyecto ha crecido de una manera muy espontánea y orgánica. Sabíamos que podíamos contar con Maud, que nos iba a prestar obras, y teníamos conocimiento también del proyecto fotográfico de José Jiménez sobre el terremoto en Haití del 2010, en el que curó imágenes de otros siete fotoperiodistas… en fin, el caso es que no hemos buscado obras haitianas fuera de Puerto Rico… la mitad de los trabajos -o un poco más- es de artistas puertorriqueños que trabajan el tema de este país y que reconocen que Haití ha sido una influencia muy poderosa en su trabajo. Ana Rosa tuvo la idea, habló con José y él puso a nuestra disposición esas fotografías.
Al afirmar que Ana Rosa y él han “tratado de elaborar un proyecto lo más abarcador posible que incluye también pinturas, trabajos de arquitectura, diseño urbano, vídeo, objetos cotidianos”, Charles destaca también que “estamos tratando de que incluya historia, para buscar los puntos en común con nosotros”.
-Estamos atando la historia a este lugar –la Casa de los Contrafuertes– que sugiere muchas cosas que van surgiendo en el camino, como parte del proceso. Hemos venido trabajando con los espacios del edificio y viendo qué inspiran esos espacios en relación con esta búsqueda.
Charles comenta que la alianza con la Fundación Casa Cortés surgió cuando Ignacio Cortés y Elaine Shehab –su esposa– pasaron por la Casa de los Contrafuertes y vieron ya las primeras manifestaciones de lo que terminaría llamándose “Haití aquí, Honneur : Respect” y que desde este jueves estará abierta al público.
–Ignacio nos habló de que uno de los enfoques principales en su colección es el arte haitiano y nos preguntó si nos interesaba colaborar en algún proyecto conjunto –explica Charles–. Concretamos esta alianza y nos hemos dado cuenta del paralelismo que hay entre la misión de la Casa Cortés y la Casa de los Contrafuertes: la educación, con la obra de arte en función de un proyecto educativo, no de manera suplementaria, sino sustancial. Cuando empezamos a hablar del proyecto, casi espontáneamente surgió la idea de que la participación conjunta extendiese el espacio y que planteara ese paralelo que nos lleva a coincidir en temas como la educación, el Caribe y la diáspora.
Por su parte, Ana Rosa dice que “esta es una gran oportunidad para la colectividad, ya que el proyecto de la Casa de los Contrafuertes se trata de un trabajo colectivo e interdisciplinario que, al fusionarse con la Casa Cortés, esa colectividad se expande, se conectan dos espacios distintos y se crean redes”.
-En los principios filosóficos de Contrafuertes tenemos contemplado que este es un espacio para promover el trabajo colectivo e interdisciplinario enfocado en el Caribe y este acercamiento entre ambas entidades va en esa linea -afirma.
Los Contrafuertes y sus razones
Al hablar de los orígenes del compromiso de Ana Rosa y él con la Casa de los Contrafuertes, Charles señala que todo comenzó en el 2012, cuando lo invitaron a participar en la Trienal Poligráfica.
–El tema de esa edición giraba en torno a artistas que trabajaban de forma colaborativa, algo un poco basado en los talleres de gráfica, que es de donde viene la Trienal –elabora–. Me pidieron que participara con uno de mis proyectos colaborativos y yo propuse un proyecto muy ambicioso, porque siempre estoy buscando llevar las cosas a otro nivel. Propuse hacer algo a nivel de edificio. Yo había hecho instalaciones que, mientras construyo, van insertándose trabajos de otros colegas. Pedí un edificio que estuviera vacío para darle la forma que incluyera trabajos de otros artistas y casi de manera orgánica fue surgiendo un proyecto que se arma en relación a la metáfora de una colmena, que era un poco el pie forzado en conexión con el título de esa trienal: el panal. Aproveché esa clave, desarrollando la idea de que el trabajo colectivo de las abejas parte de la premisa de que ellas se conciben como un organismo integral.
–Empezamos organizando un proyecto que incluía un salón de lecturas, un escenario, espacios de exposición, un gran jardín… como si tuviésemos una colmena con decenas de abejas muy vivas. Orgánicamente alrededor de todo eso fueron llegando otras ideas y otros artistas a colaborar –apunta–. Actualmente estoy elaborando esto con Ana Rosa Rivera… y ambos estamos construyendo todo esto a nivel físico y a nivel conceptual. Estamos concentrados en articular un proyecto que es para promover el trabajo colaborativo, interdisciplinario con énfasis en el Caribe y su diáspora.
Ana Rosa señala que “Charles siempre ha tenido un pensamiento muy ambicioso”.
–A mí me fascinó el proyecto, pero me surgieron unos temores –confiesa–. Él no piensa en eso o, al menos, no deja que eso lo detenga. Le dije que sí, que iría adelante con él, pero, repito, un poco asustada. Comenzó como un colectivo, con todos los artistas que Charles invitó, pero ahora somos solo él y yo, con toda la responsabilidad, tanto administrativa como artística, que eso significa. De la misma manera que él y yo estamos donando nuestro tiempo e incluso hemos puesto de nuestros propios recursos, también muchos amigos nos han ayudado.
La Casa de los Contrafuertes es un espacio de la comunidad para la comunidad, un espacio no solo para el arte, sino también para el pensamiento, para la reflexión, para el diálogo.
La Casa de los Contrafuertes, la colmena, las abejas, la colaboración. La Casa de los Contrafuertes vive.
Vídeo y fotos: Eileen Rivera-Esquilín