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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Nelly Jo Carmona y las palabras que son como alas


HAY SERES para quienes las palabras son como alas, seres que tienen el don, no solo de volar, sino también el de ver en otros esa virtud que hace visible lo invisible, que a veces parece detener el tiempo, que suele ser relámpago, que siempre es revelación.

Son Nelly Jo Carmona y sus retratos al óleo, Nelly Jo y sus dibujos al carbón, Nelly Jo y sus pinceladas. Son ella —con alas— y sus personajes —con alas también— metamorfoseados en trazos que son palabras, en palabras que son imágenes. Es Alados seres, el nuevo libro de Nelly Jo que será presentado este sábado a partir de las 4 de la tarde en la Librería Mágica, en Río Piedras, en un programa en el que hablarán Carlos Roberto Gómez-Beras -de Isla Negra, la casa editora del libro-, Lynette Mabel Pérez -autora del pórtico- y Emilio del Carril, con la intervención del guitarrista y compositor Alberto Rodríguez.

Integrado por el destilado en prosa de un refinado ejercicio de observación y reflexión, esta obra de Nelly Jo es el fruto más reciente de la vocación que la acompaña desde la infancia, niñez acunada en un hogar tan sencillo como culto, de la mano amorosa de su madre Patria y el ejemplo inspirador de su tío Alfredo -esposo de la tía Mercedes- declamador de Lloréns Torres, Gautier Benítez y Julia de Burgos, orador con una voz portentosa que deslumbró a la niña Nelly Jo entre clases de piano con la Familia Figueroa, de declamación con Maricusa Ornés y de ballet con Ana García y Gilda Navarra.

—La casa de mis tíos estaba llena de libros y tuve la suerte de vivir unos años ahí —recuerda Nelly Jo—. Eso me marcó… pero antes de la poesía, la danza, desde los 4 años. De niña quería ser bailarina. Pero mi madre, muy sabia, me persuadió para que estudiara una carrera, como Leyes o Medicina. Me fui a Estados Unidos a estudiar Leyes y estudié también Filosofía. Al final me decidí por lo que más me llamaba y así fue como hice mi maestría en Estudios Hispánicos, en Columbia University.

Años antes —a los 15— bordó su primer poema. Y durante mucho tiempo escribió sin atreverse a publicar… no con su nombre, sino con varios seudónimos, en especial en el suplemento “En Rojo”, del periódico Claridad. Uno de esos poemas llamó poderosamente la atención de don Manuel de la Puebla, quien lo publicó en la revista Mairena.

—Cuando lo vi ahí, llamé a don Manuel y le dije que yo era la autora —dice—. Para ese entonces había armado un libro titulado Desde mi verso, con una selección de mis poemas. Le pedí que lo leyera. Vino a casa, se llevó el original mecanografiado y días después regresó a verme y me dijo “usted es poeta” y me pidió permiso para publicarme otras cosas en la revista Julia y también en Mairena.

—A propósito Nelly Jo, ¿quién define quién es poeta?

—Nadie, la gente… el lector. Mira, cuando una estudia literatura y te rodean todas esas llamadas “eminencias” de la academia, uno vive en pánico por lo que ellos digan o no digan respecto a lo que uno escribe… que lo validen o lo descalifiquen —señala—. Entregaba mis monografías con el alma en un hilo, esperando por el veredicto, por una palabra de aliento. Me quedó ese temor durante mucho tiempo y no es sino hasta ahora, cuando me siento más madura y con un poco más de sabiduría, que me he limpiado de eso, que he ido soltando ese lastre, en fin, que me ha dejado de importar.

Anfitriona desde hace varios años del programa radial Vanguardia Clásica -que se transmite de lunes a viernes de 3 p.m. a 5 p.m. por Allegro 91.3- Nelly Jo comenta que agradece “al universo la oportunidad de estar al frente de este espacio” porque le ha dado la oportunidad de conocer a fondo las vidas de varios de los principales compositores y aprender de la manera como ellos enfrentaron las adversidades.

—Mira por ejemplo el caso de un genio como Rachmaninoff, a quien un crítico destrozó por su primera sinfonía —comenta—. Fue devastador para él y la depresión le duró varios años, pero al final se sobrepuso y compuso su maravilloso segundo concierto para piano. En este camino de las artes, cualquiera que sea la disciplina, hay que desarrollar una piel gruesa para las críticas y seguir la ruta. Es necesario creer en uno mismo, sin importar lo que digan los demás. El proceso creativo es muy rico y siempre es posible encontrar méritos en él. De la misma forma que hay críticos en toda las artes que creen tener la verdad absoluta, los hay con una gran humanidad, que saben construir con lo que dicen.

"Claro que también fui rebelde, pero nunca sin causa, rasgo que se acentuó cuando me fui a estudiar a Estados Unidos y comencé a ver el discrimen y a identificarme con todas las causas de Puerto Rico, adonde regresé con una profunda conciencia nacional. Sí, soy muy militante y fiel creyente de la independencia de mi patria"

Nelly Jo Carmona

 

Nos movemos en la conversación al origen de su otra vocación perdurable, la actuación, a la manera como la abrazó gracias a un actor medio húngaro, medio alemán, amigo de quien fuese su esposo hasta finales de los 90, el escritor argentino Kalman Barsy, también de ascendencia húngara y radicado en Puerto Rico.

—M esposo en ese entonces y yo nos estábamos separando y el amigo lo llamó desde Alemania para decirle que necesitaba verlo —recuerda con una media sonrisa—. El le dijo que no era el mejor momento porque estábamos pasando por un proceso difícil, pero el amigo insistió. Vino y pasamos unos días maravillosos. Como sabía por lo que estábamos atravezando, nos preguntó si haríamos unos ejercicios teatrales. Aceptamos y, cuando terminamos, me preguntó si no había considerado estudiar actuación, porque tenía el talento.

Nelly Jo entró entonces al Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, donde se graduó para comenzar a cincelar una carrera como actriz, sin dejar jamás de escribir. Le mostró a Kalman el boceto de una novela corta y al apoyo de él siguió la publicación en Isla Negra de Memorias de Luz. Su segundo libro fue un poemario —Pasión en fuga—, luego llegó Amado y, ahora, Alados seres, dedicado a Orlando Xavier Cabrera Rodríguez, su “esposo y amigo de siglos”.

—Este libro lo comencé en el 2012 —explica—. Escribo de a poco, mi proceso es como hacer un sopón, de manera reposada, poco a poco, a fuego lento. No tengo prisa y casi siempre es el fruto de imágenes, de cosas que veo, que escucho. Este libro reúne relatos cortos y micro relatos, con personajes que existen, con personajes que imagino a partir de situaciones reales. En mi proceso, escribo y engaveto… cada dos semanas releo lo escrito y me tiene que seguir gustando. Trato de verlo como lectora y ahí decido qué sirve y qué no.

Y dice que no escribe con un lector en mente, que escribe desde el alma, que escribe “con los ovarios”.

—Cuando decido escribir algo, la entrega es total. Cuerpo, alma y espíritu… —asevera—. Respeto la palabra. Para ser un transgresor de ella hay que conocerla muy bien. Las palabras son fuertes y hay que saber cómo y cuándo usarlas. No soy purista ni tengo el alma pura… las malas palabras no existen, solo las palabras, aunque haya varias de ellas que espantan a algunos.

— Como un “coño”, un “carajo” o un “puñeta”, cuando se piensa el país y lo que políticos y cómplices han hecho de él… —digo yo.

—Y otras más —añade— que, cuando están bien puestas, son las únicas palabras que caben, que son las que son, sin sinónimos posibles.

—Después de tanto vivir, Nelly Jo, después de tanto sentir, de tanto escribir, ¿qué piensas? ¿ha valido la pena el viaje?

—Sí, sin duda… mira, a lo largo de la vida uno se va topando con lo que considera importante y con lo que se descarta. Así es como vamos haciendo nuestro equipaje. Desde pequeña he sentido que la autenticidad en las personas es uno de los mayores valores y así lo he vivido para mí. Siempre he sido una mujer muy auténtica y me siento muy orgullosa de ello. He sido muy fiel a mí. Crecí rodeada de personas muy sabias y eso es un privilegio. En mi casa nunca se rechazó a nadie por su origen, su credo, su orientación sexual… por nada. Se me enseñó que la ostentación era casi un pecado capital. Mi madre siempre me explicó todo, los “no” y lo “sí”. Claro que también fui rebelde, pero nunca sin causa, rasgo que se acentuó cuando me fui a estudiar a Estados Unidos y comencé a ver el discrimen y a identificarme con todas las causas de Puerto Rico, adonde regresé con una profunda conciencia nacional. Sí, soy muy militante y fiel creyente de la independencia de mi patria.

Y habla de su país, del nuestro, y acepta que es muy difícil enfrentar diariamente la realidad que vivimos, que le da rabia e indignación y que en el estudio del budismo ha encontrado la manera de crear breves oasis para sobrevivir la desesperanza.

—Pero a la vez me siento muy contenta con lo que hago, feliz con todas las personas que me rodean, que quiero y que me quieren —dice—. Deseo seguir haciendo lo que hago, seguir escribiendo.

Como cuando lo hace en el entresueño, en una libreta que tiene en su mesita de noche y en la que -aun de madrugada- las palabras suelen ser como alas.

 

Foto y vídeo por Eileen Rivera Esquilín

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